MELANCOMECANICO

"Necesito con locura un calmante, Que sea un disomnilan".

Despidiéndose del dolor, ayudado de líquidos en formato ñoño, la pastilla atraviesa la garganta, el efecto llega rápido, como la marea de un tsunami, y se eleva, chocando por la alta tensión, cayendo en picada sobre la masa delantera de un BMW estacionado hace décadas, llega al suelo, escarba esa tierra buscando tesoros poco comprendidos y despierta después de horas golpeado por los rayos del amanecer humedecido por el rocío de la realidad.

Una llamada perdida del horizonte le hace saber que despertó en el mismo lugar, y que el dolor como siempre, se llevó la victoria.
A pesar de haber sido "el mismo mejor viaje" las vacaciones se extinguieron como se extinguen las ilusiones noseque.

Las leyendas que nos cuentan se atragantan con la verdad de estar vivos.
En el silencio están la paz y la guerra haciendo el amor para engendrar más seres humanos.

Un mecánico fuera de gremio, interpreta la vida como enormes engranajes que según un manual de instrucciones deberían encajar sin mayores complicaciones. Recomendando cambiar el aceite iluso de todos los momentos para no crear tanta fricción entre el antes y el después.

Se auto da de mamar, entre viajes y aterrizajes se alimenta de sobredosis extracorporales.
En la península de su destartalo se acomoda elegantemente sin demostrar que se ató el esqueleto con alambre.

El nunca se va a desarmar, mientras tenga calmantes que le hagan acople, a su ya extinta batería corporal.



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