El fin del uno empieza.
Ciertos eslabones que componen la maravilla de la revolución dejan de aportar las necesarias fuerzas para adquirir conocimiento científico. Y todo se vuelve pura intuición.
Los vitalistas afirmaban q Adán y Eva eran el comienzo, todo eso terminó cuando Darwin descubrió aquella célula simple en la lengua de la serpiente. El conocimiento científico nació en ese momento. la intuición era el eco del aleteo de un ave fenix.
La ideología del porqué, no representa solución a la incertidumbre y a la ignorancia, más bien viene a posarse en un subnivel poco entendible, apagado y sepultado.
Lo inmaculado y lo desgraciado van en formato siamés transitando cualquier suceso interpersonal que pudiera interferir entre algo conspirado o lo inevitable. No trasciende el inepto ante la talla abrumadora del locuaz.
El ser, como elemento independiente de la transición real, se estaciona cada vez más en lo profundo de la sombra. A escasa luz de sabiduría, menos intentos de elevarse le será otorgado. Con inintencionada acción auspicia su caída irreversible a lo oscuro. El fin es negro.
La metamorfosis de las proporciones adquiere protagonismo en el amplio evento, mientras va durmiendo paulatinamente la capacidad de actuar de manera unitaria. Destellos de ambigüedad transmutan de lo monoteíco a lo estereofónico y cada racha de luz muere en el intento de iluminar el paso del único.
Es posible que el contenido acabe inesperadamente, tanto que sea todo esto una fotocopia adulterada de todos los momentos que no son.
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